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Asociación Mercedes Medina Díaz

La Asociación Mercedes Medina Díaz se ha creado en memoria de Doña Mercedes Medina, maestra de Lanzarote durante muchos años, una persona entrañable y muy implicada con las buenas causas.

Los fines por los que se ha creado esta asociación son los siguientes:

  • Conservar de manera viva y permanente el recuerdo de la obra de la maestra  Mercedes Medina Díaz y divulgar la extraordinaria labor docente y educativa que desarrolló durante el tiempo que ejerció su profesión.
  • Mantener y fomentar las relaciones entre su antiguo alumnado, dentro del espíritu de amistad, tolerancia y pluralismo, la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, que favorecen la convivencia humana y la proyección social en el ámbito en que se desenvuelven, compartiendo conocimientos, actividades o recursos.
  • Contribuir al compromiso en la sociedad, imprescindible para la modernización social, fomentando la participación ciudadana en la vida pública, especialmente en los ámbitos de la educación y de la cultura.
  • Facilitar medios que contribuyan a la promoción de la educación y de la investigación y al desarrollo de la cultura al servicio de todas las personas.
  • Fomentar la educación como medio de transmisión de valores humanos y desarrollo integral de las personas.
  • Difundir experiencias educativas que fomenten valores que estimulan el desarrollo social y el compromiso de las personas con su entorno.
  • Fomentar la participación como vía de desarrollo y transformación social.
  • Establecer relaciones con toda clase de instituciones, públicas o privadas dedicadas a fines similares, y a otras actividades de mutuo interés que contribuyan al cumplimiento de las metas indicadas.
  • Ofrecer un ámbito de reunión a quienes se interesen en el fomento de las mencionadas actividades.
Esta Asociación pretende hacer un homenaje a una Maestra caracterizada por su lucidez, fuerza, tesón, deber cumplido, energía, generosidad, responsabilidad, ansias de superación y disciplina, que marcaron la trayectoria de su vida. Su ejemplo, su entusiasmo y las semillas que sembró, son hoy los frutos que se van recogiendo. Su alumnado reconoce que llegó a obtener títulos universitarios por su influencia, que esta maestra les animaba a estudiar, que captaba rápidamente sus capacidades y habilidades para movilizarlas y poder así adquirir competencias para relacionarse mejor, estableciendo redes sociales y facilitando el desarrollo de mejores ciudadanos y ciudadanas, sin distinción de niveles sociales, sexo, religión, educación o formación, como recuerda el valor de la tolerancia de la Declaración del Milenio.

Mercedes Medina Díaz fue una mujer cuyo reconocimiento social es innegable, el propio Ayuntamiento de Arrecife lo corroboró con la designación de su nombre a un Colegio en el Barrio de Tinasoria, inaugurado oficialmente el 23 de abril de 1991. Nacida en Tías (Lanzarote) en 1914, los primeros años los pasó en el pueblo de su padre, en Femés, continuó sus estudios en la capital de la provincia, y en esta ciudad (Las Palmas) se hizo maestra, porque los recursos de su familia no le permitieron ser lo que ella quería, matemática, bibliotecaria o abogada.

Finalizó los estudios de Magisterio y luego, como acaeció la guerra civil, no pudo presentarse a Oposiciones, siendo en plena guerra destinada en Tahíche. Ejerció en distintas escuelas como la de Tiagua (Teguise), Villaverde (La Oliva, Fuerteventura) y Arrecife, donde estuvo en la Escuela de niñas número 2 de la Vega; en el Colegio Generalísimo Franco (hoy, La Destila), conocido entonces como Los Grupos; el Colegio General Sanjurjo (donde se ubicado hoy el Centro de Salud de Titerroy); en la Escuela de niñas n.º 2 de Arrecife, llamada  “Escuela de Caracol” o “La Escalerita”, por la forma de su acceso, en la que llegó a tener noventa y una alumnas. Siguió la tradición de que la mayoría de las alumnas leían individualmente. La pizarra estaba llena de ejercicios cada día y había muchas explicaciones de las alumnas mayores a las pequeñas, hoy lo llamaríamos grupos heterogéneos de trabajo.

Maestra de escuelas unitarias de casi inaccesibles lugares, fue respetada por todos, no sólo porque era una de las pocas fuentes de saber del pueblo, sino porque además llevaba su vocación más allá de las paredes de la Escuela, impulsando actividades culturales y ayudando a resolver los papeleos que eran un auténtico calvario para aquellas sencillas personas, que a veces no sabían leer y escribir y que le agradecían esos favores con diferentes productos y especies.

En el periodo en que ejerció en escuelas unitarias, que fue la mayoría de su ejercicio docente, su trabajo fue reconocido de manera especial por el servicio de inspección.

Fue una profesional muy preocupada por la promoción de la mujer luchando incluso con las reticencias de las familias, para que su descendencia continuase sus estudios. Jubilada, intentaba enseñar a leer a adultos cuando ya no tenía la movilidad precisa para desarrollar esta actividad de otro modo. Consciente de las peculiaridades de las islas periféricas, estudiaba con profundidad cada situación del alumnado para poder, incluso en algunos casos, hacer posible el desplazamiento del estudiantado a proseguir estudios fuera de la Isla y del Archipiélago, con ayuda económica.

Poseía una gran responsabilidad para enriquecer nuestra tierra canaria con un mayor desarrollo del conocimiento y de la formación integral de sus alumnos/as, sin perder la idea de la pertenencia a una nación más allá de nuestras islas.

Se puede destacar una idea que se deduce de lo expresado y que parece trascendental en un profesional de la educación, y es que, a pesar de condiciones tan desfavorables y duras, por encima de todo están, los niños de la Escuela.

Aunque la imagen del maestro ha evolucionado con el paso de los años, el apelativo “maestro” es una palabra de nuestro léxico habitual que goza de un prestigio especial y medimos su utilización y hasta la pronunciamos con cierta emoción. Esta palabra está íntimamente relacionada con la palabra “educar” y educar no es sólo una forma de ganarse la vida; es, sobre todo, una forma de ganar la vida de los otros, dice Emilio Lledó. Educar es creer en la perfectibilidad humana, en la capacidad innata de aprender y en el deseo de saber que la anima, dice Fernando Savater.

Se puede destacar una idea que se deduce de lo expresado y que parece trascendental en un profesional de la educación, y es que, a pesar de condiciones tan desfavorables y duras, por encima de todo están, los niños de la Escuela. Esta es una primera lección que toda Maestra y todo Maestro debe aprender: No debe haber excusa para dejar de atender a los alumnos.

Se les anima, pues, a formar parte y a participar en la Asociación que a algunas personas amigas y exalumnas se les ha ocurrido constituir para perpetuar su memoria como recuerda el valor de la tolerancia de la Declaración del milenio.

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